12 oct 2008

CUANDO LA VIDA SE VIVE INTENSAMENTE

Sentada en aquel sofá rojo y absorta en la inmensidad del silencio me escuche susurrándome al oído una de aquellas sonatas serenas, intensas y apasionadas que han acompañado mis noches en vela a lo largo de todo éste año. Un par de milongas, tangos, jazz y una ciudad que he podido saborear hasta la última gota aún en los momentos más tétricos me hacen sacar cuentas, ver el rostro y aprender un par de buenas lecciones de vida. Es sábado en la noche y con una copa en la mano celebro a la vida, agradezco sus colores; ese rojo apasionado, aquel negro tensionante y ese verde con halo caribeño que otorga lo sabroso al panorama. Solo por ésta noche me siento socióloga y no por aquel cartón que gane cual trofeo tras cinco largos años de estudios sino por la oportunidad de haberla experimentado desde lo más profundo de las entrañas. Vivir las instituciones, redecorar y traspasar estructuras, intentar construir otra forma de hacer política junto a mis compañeros de chileprimero, vibrar y elucubrar mil teorías de salvataje para las sociedades junto a mis maestros y compañeros, sembrar preguntas en mis alumnos para que aremos el presente y entre todos dibujemos lo que se encuentra detrás del velo de nuestra nariz; aprender sobre esperanzas, sueños, esfuerzos y determinaciones de mis adorados chicos de Panamá cuya mística del lenguaje de nuestra América morena de seguro siempre tiene algo que enseñarnos sobre los orígenes la tierra y la vida; la posibilidad de vivir al otro, construir vínculos y generar comunidad, cerrar la boca mirar hacia el frente y abrirse a la experiencia de escuchar a los sabios hablar, la experiencia de mi querida gente del magíster, el que pendemos de un hilo y solo es soplo inspirador puede salvarnos. En la estación de éste trenvía llamado Deseo desde el comienzo partí con mis padres y familia, tuve la oportunidad de conocer a las personas más insólitas e increíbles, amigos de toda la vida; algunos bajaron en una que otra estación, otros volvieron a subir, y simplemente los que han partido sin lugar a dudas han dejado impregnado su aroma en el vagón. Amigos nuevos, comunidades inesperadas, la posibilidad de desterritorializar banderas, clases y estilos. Desde mis conserjes hasta CEPAL, mis adoradas secretarias, la estética la viola y el arte hacen sentirme socióloga no por la normativa del título sino por la mística de las interacciones, por la posibilidad de construir un nosotros en comunidad y perderle el miedo a la experiencia de vivenciar al otro que tenemos en frente. ¿Con que me quedo? Con la intensidad de la vida, el NOSOTROS y el sin fin de lecciones que resta por aprender, que nuestras recompensas se encuentran en el esfuerzo y dedicación otorgada no en los resultados, que el sentido no se busca sino que está incorporado en cada uno de nosotros, que el propósito de la educación es llegar a convertir los espejos en ventanas, pero fundamentalmente que la vida intensa nos otorga la posibilidad de seguir aprendiendo de ella. Con cariño Carla Parraguez Camus.