23 jun 2008

Edad media vs Renacimiento

A continuación realizaré una comparación entre dos etapas de suma relevancia para la historia universal. Las que denominaremos Edad Media (S. V al S. XV) y Renacimiento, para tales efectos, me apoyaré en los capítulos 1 y 2 del “Búho de Minerva” de Rafael Echeverría, del capítulo de la Ética Mercantil hecho por Gérard Mairet y la obra teatral llamada “El Mercader de Venecia”. Para comenzar las descripciones, la Edad Media, como ya hemos aprendido, se distingue claramente por su claro carácter teocéntrico, debido a que todos sus pensamientos y alabanzas eran dirigidos a Dios y no había espacio para otras reflexiones que lo dejaran a un lado, “Dios es la totalidad, lo infinito, la unidad de lo real y el ser verdadero” (Búho de Minerva pág. 32 cáp. I). En esa época se lograba la sabiduría mediante la fe y la labor de la razón era engrandecerla, ya que nunca desconfiaba de ella. El hombre medieval no se cuestionaba los sucesos y fenómenos de la naturaleza, sólo los contemplaba debido a que quien osara desarrollar otro tipo de pensamiento, quedaría expuesto a las sanciones que la Iglesia (como una autoridad de importancia) determinara necesarias. En el ámbito de lo social, ésta era notoriamente estamental, en la cual existía una rígida pirámide en donde el destino del hijo sería el mismo del padre ya que se debía seguir el orden natural de los hechos, todo esto fundamentado en que el sentido de la vida está en el más allá. En la época describida estaba prohibido el concepto de “propiedad privada”. La Iglesia condenaba a quién buscara por el medio del comercio, el beneficio propio. “Santo Tomás de Aquino subrayará que el comercio, considerado en sí mismo, tiene cierto carácter vergonzoso” (La Ética Mercantil pág 356), sin embargo, a lo que se le tenía mayor rechazo era a la usura, los fundamentos en su contra era que se vendía el “tiempo” y debido a que no pertenecía a nadie, solo a Dios, no se podía obtener beneficio alguno de él. Para el caso del Renacimiento, todo cambiará y progresará de manera muy vertiginosa, “El punto de quiebre que permite el paso del universo cultural medieval a la Modernidad es la gran crisis de autoridad que sufre la iglesia, tanto en el orden intelectual como en el político” (Buho de Minerva pág.37 cáp. II), a partir de este momento, Dios deja de ser el centro del universo para darle el pase al hombre (Antropocentrismo), éste hace de la duda, el escepticismo y la crítica pilares fundamentales de su pensamiento. El hombre es el protagonista del progreso, cambiando notoriamente la visión que se tenía del tiempo, ya que si en el medioevo se vivía de tradiciones, ahora el presente será lo que nos ayudará a descifrar el futuro. El concepto de tiempo mejorará las condiciones de vida y ampliará la mirada del hombre para, de esta forma, desarrollar economías y vida urbana. El espacio también se vio favorecido, ya que el hombre, con la invención de mapas para tomar un ejemplo, tomó el control de los espacios reales en donde vivía, lo que trajo como consecuencia importantes descubrimientos geográficos. Socialmente hablando el dinamismo toma el protagonismo y en donde los avances tecnológicos son realmente sorprendentes. El capitalismo comienza a surgir de manera protagónica, liderados por la burguesía, emplean el comercio, “El intercambio se convierte en la actividad dominante y, a partir de él, se constituye una nueva doctrina política: pensar la organización social es, para una gran parte, pensar las condiciones más favorables para el comercio” (La Ética Mercantil pág. 352), los negocios comienzan a transformarse en una especie de vínculos sociales, el interés y el beneficio comienzan a encontrar justificaciones éticas, Tomás de Aquino es fundamental en toda esta evolución del pensamiento de la Iglesia ya que lidera de una cierta forma el nuevo pensamiento. Con este nuevo contexto, es donde “El Mercader de Venecia” comienza a tomar un rol protagónico en este artículo, es en la obra de teatro donde vemos cómo sale a relucir el tema del dinero y la usura en su máxima expresión, ya que el judío usurero realiza una negociación con el católico para poder cumplir su objetivo de la empresa marítima, que se ve frustrada, el prestamista judío al enterarse pide a gritos justicia en contra del católico que no cumplió con lo acordado, sin embargo, tampoco ve resultados felices en su objetivo. La rivalidad entre las regiones se ve de manifiesto en el interés del “perro judío” por obtener ganancias a como de lugar, recurriendo a la usura para no perder lo que es suyo. Álvaro Sánchez Arellano