La política ha existido prácticamente desde que el ser humano ha sido capaz de razonar. Esa necesidad por la organización y el funcionamiento de la comunidad es inevitable. Da lo mismo en que época y bajo que contexto social. Siempre han existido personas que sienten ese ímpetu por cambiar el estado de las cosas e imponer sus ideas. Estas pueden ser para bien, como para mal. Pues, sabemos que el fin de la política debería ser para el bien común pero esto también puede llevar a una discusión acalorada, ya que para cada persona aquel bien común puede implicar entidades muy diferentes, como para los autores que a continuación presentaré. Platón, John Locke y Erich Fromm son hombres que vivieron en épocas muy distintas y que tuvieron una opinión firme acerca de la política y trataron de exponerla al mundo. Los tres estuvieron convencidos de que lo que ellos pensaban iba a llevar al bien común y es aquí donde podemos ver distintas maneras de ver, tomar y aplicar esta idea de lo que denominamos “bien común”.
Platón expone su concepción de la organización social y política ideal al hilo de una investigación sobre la justicia. Considerándola insatisfactoria, propone un análisis de qué sea “lo justo” en el hombre y en la ciudad, para llegar a una definición satisfactoria de justicia.
Como la política es una ciencia y su finalidad es hacer de los ciudadanos unos hombres mejores, no se establece diferencia entre ética y política.
“El hombre es un ser social por naturaleza que solo alcanza su perfección en la ciudad, de modo comunitario. El Estado es el único capaz de armonizar y dar consistencia a las virtudes individuales”
Principales tesis de la teoría política platónica:
- El gobierno de la ciudad debe ser un arte basado en un conocimiento verdadero.
- La sociedad es una mutua satisfacción de necesidades entre sus miembros, cuyas capacidades se complementan.
Platón diseña la estructura de su República ideal compuesta de tres clases sociales:
- Productores (campesinos, artesanos y comerciantes): Pueblo modesto. Son dirigidos por la templanza, virtud que ha de ser común a todos. Son los que producen las cosas necesarias para el sustento de la población.
- Guardianes-guerreros: Alma delirante. Son los que velan por el orden y la defensa (su virtud es la fortaleza). Son amantes del saber, fogosos, rápidos de ideas y fuertes. Han de vigilar para que no introduzca ni la pobreza ni la riqueza y que el tamaño sea suficiente para todos.
- Gobernantes-filósofos: Alma racional. Se eligen de los mejores guardianes, de los más sabios y que más difícil resulte engañar. Son quienes tienen el mando y gobierno general, pues su virtud es la sabiduría.
En los agricultores y ganaderos (los productores) domina la parte concupiscible del alma; en los que velan por la seguridad de sus conciudadanos (los guardianes o guerreros) la parte irascible; y en los gobernantes, la racional. La prudencia sería la virtud de los gobernantes, la valentía, la virtud de los guerreros y la templanza la de los agricultores y artesanos. La justicia aparece como la reguladora de las relaciones entre los individuos en el Estado.
Para Platón la definición de justicia es “hacer cada uno lo suyo”, de esta forma la justicia existirá cuando cada clase se ajuste a su virtud.
John Locke (1632-1704) fue un pensador Inglés que creía firmemente en la tolerancia y en los derechos naturales del humano como criatura libre. Este hombre mantenía que todos los individuos nacen libres, independientes e iguales. Cuando se piensa en Locke, se piensa en él como el padre del liberalismo moderno. Según él, la soberanía procede del pueblo. La propiedad privada y la libertad individual es un derecho básico de todos los ciudadanos, y estos derechos deben ser protegido por el Estado. Locke sostiene que el gobierno debe estar constituido por un parlamento y que el poder legislativo y ejecutivo debe estar separado, para que el rey esté sometido a las leyes.
La función del estado es, de cierta forma, cuidar a los ciudadanos de forma generalizada y tolerante, ya que entre estos se dan distintas opiniones e intereses debido a las diferentes formas de ver la vida, por lo que el desacuerdo y el conflicto son prácticamente inevitables.
Los hombrees viven en desorden, de modo que necesitan de una autoridad que proteja los derechos naturales. Se necesita de un pacto social, el que le da al monarca la tutela de los derechos naturales y fundamentales del hombre. Aquellos derechos son antes que el mismo Estado, el cual es creado para que cada ciudadano pueda vivir libremente y desarrollar sus propios derechos.
Erich Fromm (1900-1980) fue un psicólogo social de origen judío-alemán influido por Freud y Marx. Estudió especialmente a influencia de la sociedad y la cultura en el individuo. Tras la toma del poder por el partido Nazi emigró hacia los EEUU y luego a México. Fue partidario de los movimientos pacifistas norteamericanos, y se oponía a la guerra de Vietnam. Criticaba la sociedad de consumo capitalista y estaba en contra de todo modelo totalitario (como lo era el soviético). Estas creencias y su perspectiva sobre la libertad personal y el desarrollo de una cultura libre hacen de Fromm una persona rebelde en aquella época. De sí mismo se decía partidario de un socialismo humanista y democrático.
Fromm afirma que en esta sociedad se necesita de personas que se sientan libres e independientes, personas que no se sientan presionados por ninguna, pero que, a la vez, estén dispuestos a ser organizarse y en algunos casos hasta ser “mandados” para poder encajar sin roces en la maquina social. El humano debe vencer las actitudes pasivas y cualquier tipo de enajenación. Debe volver a adquirir el sentimiento de ser él mismo y retomar el valor de su vida interior.
Fromm va en contra de los sistemas totalitarios y sus estudios acerca de la relación entre estos y las religiones monoteístas son de gran importancia. Sostiene que estas religiones educan al humano en la obediencia ciega hacia una autoridad superior, que pone normas por encima de toda razón. Así las personas se convierten en una “cosa”, en un servidor que simplemente sigue a este Dios Superpoderoso. Esta mentalidad es la base psicológica que hace que muchos hombres sigan ciegamente a dictadores, como lo fue Hitler por ejemplo.
Según Fromm, los sistemas políticos, ya sea socialista o liberal, fallan en resolver los grandes problemas de la humanidad, porque no logran adecuarse a la verdadera naturaleza del ser humano. Naturaleza que será sana o productiva en una sociedad humanista, o sea, en una donde no se oprima a sus miembros y en donde se les deje expresar sus potencialidades, que serían fundamentalmente la razón y el amor, y en donde el ser humano sea lo que prime y no el sistema sociopolítico.
Podemos ver entonces, que este bien común al que queremos llegar todos, así como quisieron llegar estos tres autores, implica mucho más que una simple idea política. En algunos casos ni siquiera es una idea política, como en el caso de Fromm, que si bien creía en la libertad del hombre, pero no creía que un sistema político sería capaz de organizarlo y darle esa libertad. Es incapaz, ya que lo único que hace, es enajenar a la persona y reducir aquella libertad a prácticamente nada. En el caso de Locke, la libertad también juega un rol importante, pero al contrario de Fromm, el estado es el pilar fundamental de proveer a las personas de esa libertad individual. Es prácticamente el deber del estado, para que las personas puedan vivir de forma armónica y para que la sociedad pueda funcionar. Y finalmente para Platón, esa libertad existe para todos, pero de forma limitada. Cada persona debe vivir en “su propio rango de libertad” con la que nació, para así poder coexistir todos juntos, en un lugar donde todos practican lo que deben practicar, para que exista un equilibrio y se pueda convivir tranquilamente, sabiendo que no existen libertades iguales, pero no viendo esto como algo negativo o erróneo, sino que como la organización perfecta para hacer funcionar una comunidad.
En los tres autores noté la valor que le entregaban a la libertad individual y debo decir que es lo que a mí mas importó. Cada autor tiene su propia manera de ver y pensar, pero los tres aluden al derecho de tener aquella libertad. Una libertad de expresión. Para mí este es un tema fundamental, en el pasado, presente y futuro. Siempre las personas deben tener el derecho de poder expresarse, decir lo que piensan, sin experimentar ese temor a estar equivocados o a ser juzgados, y encuentro que la política juega un rol importante en imponer y (de)-mostrar ese derecho. Debemos sentirnos libres a decir lo que pensamos y poder tener argumentos suficientes para poder entrar a conversación con otros que no piensan igual a nosotros, y por medio de esto, llegar a un acuerdo, para así hacer funcionar esta sociedad en conjunto.
Fernanda Wammes