¿Dónde estamos? ¿Cómo se formó el actual presente? ¿Quiénes somos? Son preguntas características propias y frecuentes, las cuales el pasado adquiere una vital relevancia para explicar nuestra cotidianidad y determinar así, un futuro siempre no muy lejano. Caracterizar “aquellos tiempos” forma una especial inquietud ante la respuesta de la verdad y su contexto determina una particular identidad y como hasta ahora la historia juega un rol fundamental en ésta. Así, en concordancia a lo expuesto, la Edad Media, período comprendido desde el S. V con la caída del Imperio Romano de Occidente y el S. XV (Descubrimiento de América), se torna uno de los puntos a analizar. Predominantemente se explicita una cosmovisión medieval, la cual sus verdades se basaban en Dios, la medida de todas las cosas, subordinando a la Razón, no eliminándola, ya que sus postulados afirmando las verdades dogmáticas teológicas, poseían contenido; pero en sí, se privilegiaban las verdades provenientes del Teocentrismo (verdades concentradas en Dios), en conclusión verdades reveladas. Se demuestra una actitud contemplativa de la naturaleza, no accionando en el orden natural de ellas y considerando un tiempo cíclico (sociedades con Altos y Bajos sucesiva y respectivamente) y las actividades del hombre obviamente en relación con la misma Iglesia (Divina Providencia). No trasladando el concepto teocentrista sólo a la búsqueda del conocimiento, ya que en el arte notamos como los cuadros desde una perspectiva más lejana “lo pequeño se ve grande”, no habiendo una perspectiva humana, se mira de arriba ya que esto debe ser lo importante, planteando una jerarquización debido a que la persona importante moralmente…se debe ver grande. En lo social (Pirámide: Dios – Ángeles – Santos – Humanos), encontramos a una sociedad estática, sin movimiento, donde como una especie de predestinación y pirámide estamental societal: nacías pobre o rico y morías pobre o rico; no existiendo en sí, el concepto de “progreso”…si sucedían cambios, era por obra, obviamente, divina. Principalmente la institución eclesiástica (Iglesia), relaciona sus postulados con Platón, trascendiendo el Alma sobre el Cuerpo, así se reafirmaría el concepto de resurrección debido a que el sentido de esta vida se encontraba al exterior de ella, y no aceptando el concepto de intercambio cultural, ya que produciría un caos y desorden social. Todo se basa en torno a Dios, no existía la propiedad privada, sólo se administraba, porque pertenecía a Dios; no existía la ganancia (se concentra la “Parousía” (2da. Venida de Cristo) y el fin del mundo); el concepto de tiempo se determinaba de forma natural al igual que el espacio (se vive en Comarcas, por lo tanto predominaba la autarquía, no habiendo un real y expandido comercio); se consideraba un pecado y Usura el préstamo a interés porque el tiempo pertenecía a Dios (en conclusión, un robo a Él), se desconfiaba y cobraba sospecha el comercio al momento en que los mismos comerciantes (que proporcionaban riquezas, por ejemplo, a la Iglesia) acumulaban ganancias, se necesitaban de ellos pero en menor medida. El medioevo consideraba al dinero como materia muerta, infértil (no se reproduce), no generando ganancia y en conclusión, careciendo de un desarrollo capitalista.
Frente a esta conservadora y no oscura etapa (sólo lo es por las razones ocultas de la Iglesia) debido a que sustenta la posterioridad del pensamiento, surge el Renacimiento comprendido entre los S. XV y XVI, donde el Antropocentrismo (El Hombre es ahora el centro y la medida de todas las cosas) toma lugar en el conocimiento y en la vida en general; es un quiebre en la Iglesia el cual plantea al escepticismo y la duda ante las verdades teológicas y punto de partida para generar nuevo conocimiento y acceso a la verdad. “Desplazando a la Metafísica por la Epistemología y los problemas del ser por los del conocimiento, es decir, Ciencia” (Cita Búho de Minerva Cáp. II; pág. 40). Se destaca a la Razón por sobre la Fé secularizando sus principios, separando por ejemplo la Ética de la Estética (lo bueno de lo bello), adjudicando autonomía de los principios y Ciencias (por ejemplo el mismo Arte: Leonardo Da Vinci: Hombre de Vitruvio (basado en la misma Razón); o la Política). Debido a los grandes avances ya sean tecnológicos o industriales que trae como consecuencia este período se establece una concepción diferente ante el Tiempo y Espacio, debido a que el primero se controla y sirve mayoritariamente para una mejora en las producciones (“Tiempo trasladado al bolsillo” o “El tiempo es Oro”); ahora el tiempo vale y se cobra por él. Al igual que el espacio tomado como distancia, ya que permite grandes avances y descubrimientos geográficos uno de ellos son las Cruzadas y el gran éxodo que detonan el problema entre Razón y Fé. Es aquí donde entra Tomás de Aquino y sus postulados Aristotélicos frente a este problema, al tratar de expresar razones a la Fé (pruebas sobre la existencia de Dios), y lo manifiesta expresando suprarracionalizaciones de las verdades dogmáticas; en conclusión: autogobernarse en el mundo (Razón) y en el cielo (Fé); así se manifiesta una sociedad dinámica, de intercambio, debido principalmente al resurgimiento de las ciudades y la creación de las primeras de ellas mismas (Burgos), y con ello el nacimiento de una nueva clase social desplazando a la ya antigua Nobleza, denominada Burguesía con actividad fundamental: el comercio, y que predominantemente será una clase fundada en el dinero (Individualistas orientados al Bien Común) con una extremada revolución posterior. Los cristianos tuvieron contacto con otras culturas y para movilizarse y trasladarse (conceptualizando el éxodo referido en las cruzadas), se legitima el uso de interés, se necesita de un capital para iniciar una búsqueda y la expansión del poder. Es así como la Iglesia no deja fuera a este incipiente nuevo orden social, porque es gracias al comercio y sus derivados como este fin…se consigue. Es como el comercio se moraliza, y se vive en la sociedad donde el intercambio y el negocio son elevados a vínculo social como una cooperación mutua (Cita “La Ética Mercantil por Gérard Mairet; Pág. 355). Aquino, predomina su pensamiento en Aristóteles, donde recalca su no desprecio ante el orden capitalista moderno basado en el Bien Común (Teleología: Búsqueda de Fines), partiendo de unidades pero con objetivos en concordancia frente a lo colectivo. El sentido ya expuesto se deduce como extramundano, “el aquí y el ahora…en la Tierra, no en otro lugar”; Aquino muy bien Aristotélico (cuerpo y alma no separados y es por eso la contradicción ante la Iglesia) justifica la Propiedad Privada (crece el desarrollo, las cosas se cuidan más), el Justo Precio (se cobra por calidad y transporte de los productos), Préstamo a Interés (se basa en la “posibilidad de riesgo”; principalmente se puede perder dinero ante un préstamo); la ganancia es buena económica y moralmente, así se desarrollan los diferentes descubrimientos y empresas (ampliando horizontes en cuanto al conocimiento), el humano ya actuando en la naturaleza, no como un ser pasivo o contemplativo, obteniendo de ella los recursos necesarios para subsistir, pasando de una civilización rural a urbana, transformándose en el centro de la maraña pre - moderna.
Es el punto en este puente donde encuentran comunicación las diferentes religiones, ya que en el comercio no existen diferencias sólo aquellas basadas en el dinero y adentradas en el juego de los negocios (para así establecer el orden social). Así en el “Mercader de Venecia”, es el judío el prestamista y no el cristiano, debido a la prohibición (normas morales católicas) que se asimilaba en los puntos ya mencionados. Calificado de Usura, se torna el préstamo del judío como determinante fundamental para realizar la empresa de viaje cometida (el amigo de Antonio necesitaba el dinero para ir en busca de su amada), o sea, se considera un pecado el préstamo a interés, pero a la vez con él se mantiene una economía incipiente y así realizar los objetivos predispuestos. El comercio, la usura se necesitan, en menor medida (Tomás de Aquino); (independiente de considerar a Venecia como antisemita), así se obtienen productos y suministros; para el cristiano significando un atento a la religión (así, caía en manos de "perros judíos" el pecado del comercio base hacia la modernidad y surgimientos de cambios radicales); el trato realizado entre el cristiano y el judío, en sí, significaba un robo ante el tiempo que era de Dios; y así los negocios y principalmente el intercambio cultural y mercantil se transformaban en una determinante y directriz en las consideraciones actuales, ya moralizadas, que determinan un bien y un avance donde se menciona al mismísimo Maquiavelo y su alcance con: “el fin justifica los medios” donde el beneficio individual se traslada como el único objetivo a realizar sin importar los medios a toda costa que se alcancen, trascendiendo de un colectivismo. Es decir: “El acto lo acusa, el resultado lo excusa”.
Determinante en nuestra actualidad es nuestro pasado cultural; y no tan sólo el cultural, nombramos al social, político, económico, etc. Solamente queda en manos de nosotros construirlo y adaptarlo, porque así el contacto será mutuo y múltiple permitiendo respuestas y respuestas, sostenibles en la historia que día a día se construye paulatinamente ante diferentes cambios progresivos.
Bibliografía:
Obra teatral: "El Mercader de Venecia" ; "La Ética Mercantil" / Gerard Mairet ; "Buho de Minerva / Rafael Echeverría ; Apuntes Cátedra y Ayudantía Historia del Pensamiento Social.